Sembrar unos versos,
en nueva hornada
que el río lleva
en estribillo
cantad pues
que cantaremos
los mineros del verso.
Luz y claridad
en seno de nueva alborada.
Certeza en mi corazón
que late a las raíces
del antaño oculto,
por padre soy minero
por madre soy barquero,
cavando esta mi sombra
voy al hoyo del Sol.
Medito cual azada
de tres cabezales.
Tiemblo,
retemblando voy contento.
Onda vítrea marco mi andar,
por costales del Álamo
forjador, a su boca de fuente solariega.
Sed cándida de funesto, aciago sol.
Luz en aire es del herbario viejo,
padrón de arpa y su son.
Cantó mi campana
vengo por piadoso cerro
como solitario
señor.
Oro jovial seré
como vena del ámbar
relumbraré
mi añil,
amarillo viejo.
Pintaré lunas
y sus anchas ojeras
que relucirán sin ocasos
ni malvas espantarán,
fríos vernales.
Vendrá la niebla clara
por arboledas
y pinos tupidos
que caracolean
mis ideas reverdeciendo
los antiguos pesares
y su alameda errante,
vine por el murmuro de la piedra;
arraigado yo voy de mi insepulta tumba.
Hierros repican
sones como astros cinceles,
desnaciendo de la roca
su candor mineral.
El Castellano
Ensombrecido querer
traspuesto a los fuegos
del hombre,
y su azar flamígero
de tres caras.
En halo umbrío
alzó rosas sobre Galatea,
alta honra en flor;
la más hermosa,
en belleza gala,
sobre el áureo
plano insubordinado.
Astros que callan su beldad
entre todas las cosas.
Indecencia bañada
en vil ascua intransigente,
es mi origen.
Aureola de sopor iracundo,
por las venas y sangre
que me dio mi padre.
Que quemar todo puede.
Aroma en desdén
de lumínica era;
que nace de la tierra
la amapola vieja,
cumbre de Nervión
sobre escala de savia borde.
Y sus filos de alegría fecunda,
en color de pigmentos
colgar quiere.
Rosácea tez avanza
su inviolada amarillez.
Que exuda entre notas
y acordes su alto sabor.
En copa, preside,
dicta cual amor
😍 que morir sin amapola de fuego.
No es complacer,
ni transmigrar el alma
su crisálida en romo metal
consigue.
El Castellano
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